En España existe el mito, que cada vez cree menos gente, de que Santiago Apóstol viajó a Hispania y de que está enterrado en la ciudad que lleva su nombre. Este mito es de origen medieval y no tiene fundamento histórico. Aunque no es imposible, resulta muy inverosímil que Santiago realizase el viaje a Hispania entre la muerte de Jesús (año 30/33) y su propia muerte durante el reinado de Herodes Agripa I (41-44). Más inverosímil es que, después de ser decapitado en Jerusalén, se transportase su cuerpo a Galicia para ser enterrado.
Sin embargo, sí es posible que viajase a Hispania Pablo de Tarso. En su Epístola a los Romanos, declara su intención de visitar Hispania (Rom. 15:23-28). ¿Logro su objetivo?
Para tratar esta cuestión, en junio de 2008 tuvo lugar un congreso en Tarragona
en el que participaron historiadores y teólogos católicos y protestantes de
Europa y América (p.e Rainer Riesner, Armand Puig, John Barcklay, etc.) y,
aunque la ciencia no es democrática, tras un debate entre los escépticos acerca
del viaje y los más favorables a esta posibilidad, se consensuó que Pablo viajó
a Hispania, pero no voluntariamente, sino que fue condenado al destierro.
A finales del siglo I, en
la Primera Epístola de Clemente a los
Corintios (en realidad, es una carta colectiva de la Iglesia de Roma) se insinúa la realización de este viaje:
Por
razón de celos y contiendas Pablo, con su ejemplo, señaló el premio de la
resistencia paciente. Después de haber estado siete veces en grillos, de haber
sido desterrado, apedreado, predicado en el Oriente y el Occidente,
ganó el noble renombre que fue el premio de su fe, habiendo enseñado justicia a
todo el mundo y alcanzado los extremos más distantes del Occidente y,
cuando hubo dado su testimonio delante de los gobernantes, partió del mundo y
fue al lugar santo.
El autor de Hechos, como es
sabido, no dice nada acerca de este viaje y finaliza su libro con un final
abierto, con Pablo bajo arresto domiciliario, en donde permaneció dos años
(Hch. 28:30-31). ¿Qué ocurrió tras estos dos años? Se han propuesto varias
hipótesis.
Se ha sugerido que Pablo
fue puesto en libertad sin juicio por no presentarse sus acusadores (unos
judíos de Asia, Hch. 21:27, 24:19). Sin embargo, Hechos insinúa que Pablo sí fue juzgado:
Esta noche se me ha presentado un ángel del Dios a quién pertenezco y a quién doy culto y me ha dicho: "no temas, Pablo; tienes que comparecer ante el César" (Hch. 27:23-24)
También
defienden algunos (p.e Senén Vidal) que Pablo fue condenado a muerte
transcurridos esos dos años. Sin embargo, esta posibilidad no encaja con la
información de Clemente de que viajó hasta Occidente ni con el incómodo dato de
que murió a consecuencia de rivalidades (¿tuvo un Judas?).
Otra
hipótesis tradicional es que fue puesto en libertad y realizó su proyectado
viaje a Hispania, volviendo un tiempo después a Roma, en donde fue detenido y
condenado a muerte. Esta posibilidad encaja con la información que suministra
Clemente y, además, puede pensarse que en Hechos hay un posible eco de este viaje cuando Pablo dice a los judíos de Antioquía de Pisidia:
Nos volvemos a los gentiles, pues así nos lo ordenó el Señor: te he puesto como la luz para los pueblos, para que lleves la salvación hasta los confines de la tierra (Hch. 13:46-47)
Volviendo al Congreso de
Tarragona, se consensuó que, tras el proceso de Pablo, fue condenado al exilio
en Hispania, lo cual estaba previsto en la legislación penal romana y cuenta
con precedentes, como el exilio de los hijos de Herodes, Arquelao y Antipas,
que fueron exiliados a la Galia y a Hispania. En este caso, pudo haber sido privado
de su ciudadanía romana y, como lugar de exilio más probable, se sugirió Tarragona
por su condición de capital de provincia y de ciudad comercial y administrativa
de su tiempo, y por el hecho de ser el puerto natural de enlace de Hispania con
Roma.
¿Volvió Pablo de su exilio y murió en Roma? Es probable, pero no seguro. Clemente no dice el lugar en el que murió Pablo ni el tipo de muerte que supo. Sin duda, daba por supuesto que los destinatarios de su carta conocían estos hechos y no consideró necesario decirlo.
Saludos cordiales,
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