viernes, 15 de febrero de 2013

Off-topic: ¿el último Papa?

A propósito de la dimisión de Benedicto XVI, sobre la cual no me voy a posicionar, lo mismo que no voy a opinar sobre sus 8 años de papado, se ha empezado a hablar y se hablará mucho acerca de si el siguiente Papa va a ser el último.

¿Por qué? Por las llamadas "Profecías de San Malaquías", un libro que contiene 112 lemas muy breves (unas dos o tres palabras) sobre los papas que vendrían desde Celestino II (1143-1144). El penúltimo lema de ese libro haría referencia al todavía actual Papa (recordamos que dejará de serlo el 28 de febrero): De gloria olivae (de la gloria del olivo) y, tras él, se cita lo siguiente:

Petrus Romanus, qui pascet oves in multis tribulationibus: quibus transactis civitas septicollis diruetur, et iudex tremensus iudicabit populum suum. Finis

Traducido, dice lo siguiente: "Pedro el Romano, quien apacentará a su rebaño entre muchas tribulaciones tras lo cual, la ciudad de las siete colinas será destruida y el tremendo Juez juzgará a su pueblo. Fin."

Aunque la "política" de mi blog es no  pronunciarme a favor o en contra de las creencias religiosas de la gente, que respeto, sí voy a pronunciarme en esta ocasión sobre lo que es una falsa profecía.

Malaquías de Armagh, el presunto autor de esas profecías, fue obispo de Irlanda en el siglo XII y, como hemos dicho, escribió presuntamente profecías sobre los papas desde Celestino II, contemporáneo suyo, hasta el último papa, que sería el sucesor de Benedicto XVI. Pero, pequeño detalle, aunque el libro fue escrito presuntamente en tiempos de Malaquías, se "encontró" en 1595, después de estar "oculto" durante más de 400 años. Los primeros 74 lemas están comentados por un dominico español del s. XVI: Alonso Ciacconio. Entre Malaquías y la aparición de ese libro, nadie había oído siquiera hablar de él.

Además de este sospechoso silencio, tenemos que las profecías de los papas anteriores a 1595, el año en que se "encontró", encajan muy bien, mientras que las profecías posteriores son mucho más vagas y ambiguas. Veamos algunos ejemplos de las profecías que encajan bien:

Ex castro Tiberis (Del castillo del Tíber): Celestino II (1143-1144) nació en Città di Castello, a orillas del Tíber.
De rure albo (Del campo blanco): Adriano IV (1154-1159) era de origen campesino y nació en Saint-Alban (Alba = "blanco, albino").

Ahora, veamos algunos ejemplos de profecías ambiguas:

Vir religiosus (hombre religioso): Pío VIII (1829-1830) pero, ¿fue el único papa religioso?
Fides intrepida (fe intrépida): Pío XI (1922-1939), también aplicable a cualquier papa.

Ya en el siglo XVII, el historiador jesuita Claudio Francisco Menestrier notó que todas las divisas de los Papas, hasta 1590, aluden a características concretas de cada Pontífice: lugar de nacimiento, origen de la familia, cargos ejer­cidos antes de la elección, símbolos de sus blasones, etc. Mientras que, desde 1590 en adelante, los lemas se refieren solamente a cualidades morales, cuya aplicación es muy vaga y puede convenir a más de un Pontífice.

En definitiva, son un gigantesco fraude. La Iglesia Católica no tiene una postura oficial. No las acepta oficialmente como si fuesen un texto canónico (en parte porque contienen lemas de antipapas, aunque también puede que por el demoledor estudio de Menestrier), pero, que yo sepa, no las ha repudiado oficialmente. Si algún amable lector/a tiene información que pueda desmentirme lo agradeceré.

Si tú, amable lector/a, eres católico/a, puedes tener la tranquilidad de que el sucesor de Benedicto XVI no será el último papa. Católicos y no católicos pueden tener la tranquilidad de que el fin del mundo no parece estar a la vuelta de la esquina.

Saludos cordiales,


Conflictos entre cristianos (I): los helenistas

Hola a todos:

Quiero dedicar una serie de artículos a algunos conflictos que tuvieron lugar entre los primerísimos cristianos. 

Muchos idealizan el Cristianismo primitivo, probablemente por esta cita de Hechos de los Apóstoles:

Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. (Hch. 2:44-46)
Es probable que el autor no mienta. Si lo contrastamos con las cartas paulinas, leemos que Pablo dijo que en Jerusalén le pidieron que recordase a los pobres y, además, sabemos que hacia finales de los años 50 llevó una colecta para los pobres de Jerusalén, que debían vivir en la indigencia, probablemente por malvender sus posesiones.

Sin embargo, los primeros cristianos eran hombres y mujeres y, por lo tanto, seres imperfectos y, en consecuencia, también existieron conflictos y rivalidades, algunos más leves y otros más graves.

El primer conflicto que narra Hechos de los Apóstoles es el conflicto entre judeo-cristianos hebreos (de Palestina) y judeo-cristianos helenistas (de la diáspora judía, cuya lengua era el griego). Leámoslo sin intermediarios. 

Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: 
"No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo; mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra." (Hch. 6:1-4)

Como se sabe, los 7 hombres encargados de la asistencia a las viudas (colectivo muy desamparado en esa época), fueron llamados diáconos. ¿Existió realmente este conflicto? No hay motivos serios para dudarlo. ¿Qué interés podría tener Lucas, que intenta idealizar los primeros años del Cristianismo, en contar un conflicto que no tuvo lugar?

Además, si leemos las cartas auténticas de Pablo, podemos ver que existían los diáconos ¡y diaconisas, como Febe!, algo que, en la Iglesia Católica, les gusta destacar a los partidarios de que pueda haber mujeres sacerdotisas.

En el Evangelio de Lucas tenemos un eco de este conflicto y de su resolución mediante una división del trabajo. Mejor dicho, más que un eco, lo narra con una famosa escena simbólica, la de Jesús en casa de Marta y María, que ha inspirado muchos cuadros como este precioso de Vermeer.


Leamos de nuevo sin intermediarios el texto de esta escena, situada ¿estratégicamente? después de la conocida parábola del buen samaritano:

Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo:
"Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude."

Le respondió el Señor:
"Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada" (Lc. 10:38-42)
Este texto ha sido utilizado por algunos para defender que Jesús, salvando las distancias, era feminista, mientras que los hay que lo han utilizado para defender lo contrario. En realidad, opino que el autor no pretendía ni lo uno ni lo otro. Mi tesis es que se trata de una alegoría en la que Marta simboliza los helenistas y María a los apóstoles que se dedican a la "Palabra". Comparando las dos escenas, puede pensarse que el autor da una pista al utilizar en ambas la palabra "Palabra" (también en la versión original griega), valga la redundancia.

Saludos cordiales,